El Internet de las cosas, o IoT, es un escenario en el que a los objetos, animales y personas se les asignan identificadores únicos, así como la capacidad de transferir datos a través de una red sin requerir ninguna interacción humana.
El IoT es el resultado de la convergencia de tecnologías inalámbricas, sistemas microelectromecánicos (MEMS) e Internet.
En Internet de las cosas, un "objeto" puede ser una persona equipada con un marcapasos, un animal de granja que lleva un chip (transpondedor), un automóvil que lleva sensores para alertar al conductor cuando la presión de los neumáticos es demasiado alta, débil, o cualquier objeto natural o creado por el hombre al que se le pueda asignar una dirección IP y la capacidad de transferir datos a través de una red.
Por ahora, la Internet de las cosas está estrechamente asociada con la comunicación de máquina a máquina (M2M) en la fabricación y la energía (electricidad, petróleo y gas).
Los productos que incorporan capacidades de comunicación M2M a menudo se denominan inteligentes. Hablamos por ejemplo de etiqueta inteligente, medidor inteligente y sensor de red inteligente.
El gran aumento en el espacio de direcciones que permite el protocolo IPv6 es un factor importante en el desarrollo de Internet de las cosas. Según Steve Leibson, quien se llama a sí mismo un guía ocasional del Museo de Historia de la Computación, ampliar el espacio de direcciones nos permite "asignar una dirección IPv6 a cada átomo en el superficie de la Tierra, manteniendo suficientes direcciones en reserva para 100 planetas adicionales."
En otras palabras, los humanos pueden asignar fácilmente una dirección IP a cada "objeto" en la Tierra. Además, un aumento en la cantidad de nodos inteligentes, así como la cantidad de datos ascendentes generados por estos nodos, está creando nuevas preocupaciones en términos de confidencialidad, soberanía y seguridad de los datos.
Internet de las cosas se ha estado desarrollando durante décadas. El primer dispositivo de Internet fue un distribuidor de Coca-Cola instalado en la Universidad Carnegie Melon a principios de la década de 1980. Los desarrolladores podían conectarse a la máquina a través de Internet, comprobar su estado y, por tanto, determinar si podían comprar una bebida fría antes de dirigirse al dispensador.
El cofundador y director ejecutivo del Auto-ID Center del MIT, Kevin Ashton, mencionó por primera vez el Internet de las cosas durante una presentación que organizó para Procter & Gamble. Explica el potencial de IoT en estos términos:
“Los ordenadores actuales, y por lo tanto Internet, dependen casi totalmente de los humanos para obtener información. Casi todos los casi 50 petabytes (un petabyte equivale a 1024 terabytes - TB) de datos disponibles en Internet han sido capturados y creados por humanos; ingresando, presionando una tecla, tomando una fotografía digital o escaneando un código de barras.
El problema es que los humanos tienen tiempo, atención y precisión limitados. Es decir, no son muy buenos para capturar datos en objetos del mundo real. Si tuviéramos ordenadores que supieran todo lo que hay que saber sobre los objetos, utilizando datos que recopilarían sin ayuda humana, podríamos identificar y contar todo, reduciendo en gran medida la carga de desperdicios, pérdidas y costos. Entonces sabríamos cuándo es necesario reemplazar, reparar o retirar las cosas, y si aún están frescas o vencidas."